Me gusta
pensar que estamos hechos de historias. Somos parte de la novela de amor de
nuestros abuelos, otra parte de aquella tierra lejana que pisaron nuestros
ancestros. Somos el tren que alguien no tomó o la guerra a la que otro sobrevivió,
esa carta que un día alguien escribió o esa promesa que no se rompió.
Hay vida
después de la muerte en el recuerdo de esas historias que se cuentan de
generación en generación y hacen que no parezcamos tan minúsculos en este mundo de gigantes.
No hay
una historia igual a la otra, hay nombres similares, hay contextos semejantes
pero somos únicos y por eso nuestros relatos también lo son
Mi
historia tal vez no se parezca en nada a la tuya o sí, tal vez somos mucho más
parecidos de lo que creemos.
Hay
magia, casualidades, encuentros y conexiones en cada uno de aquellos cuentos.
Hay
caminos que se cruzan, otros que se rozan y otros que se separan
Hay
héroes y heroínas que tal vez no conocieron la fama pero que cambiaron la vida
de varios.
Hay
relatos anodinos y otros inauditos
Pueden
parecer historias comunes pero son sucesiones de vidas que forman parte de la
historia de nuestro mundo
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