Últimamente me siento como Mafalda cuando muy enfadada o incluso asustada
dijo que ella quería que alguien parará el mundo para bajarse de él. Me siento
como ella atrapada en esta loca atracción que se parece más bien a la del tren
infernal de la bruja. Me da la sensación de que estoy atrapada en una película
de ciencia ficción, pero de esas que también mezclan humor negro y absurdo
Resulta que el mundo está al borde del colapso o eso parece y mientras,
todos los días, mueren personas en los hospitales y miles están contagiados y
supuestamente confinados en casa, otros cantan alegremente bajo la nieve. Algunos
deciden vestirse de dinosaurios, esquiar por la gran vía, pasearse en trineo u
otras rocambolescas acciones, el caso es hacer la acción más absurda, la que llama más
la atención para recolectar más corazones, pulgares hacía arriba o cualquier
gesto de aprobación y de amplia repercusión mediática
Y luego están los famosos o no tanto, retratándose como Dios los trajo al
mundo tirados en la nieve mientras otros seres sin fama intentan no morir de
frío mientras luchan con cartones contra esta tal Filomena
También dentro de este loco repertorio podemos encontrar una famosa vestida
con mascarilla convertida en vestido (¿homenaje a qué?) degradando la mujer
mientras despedía este año nada divertido. Yo he echado de menos una despedida
de año respetuosa, sobria y un poco menos ruidosa , solo por respeto hacia
todos los que sufren físicamente y sobre todo moralmente.
También en las restricciones del ahora sí y del ahora no, podemos hallar la
absurdidad en estado puro. Se debe salir lo menos posible, pero si se sale a
trabajar y se va apiñado como en una lata de sardinas en un vagón de metro, no
pasa nada porque ahí el virus se porta mucho mejor que dentro de un negocio de
X m2 que se cierra porque no es servicio esencial. Da igual si este cierre
envía directamente a una familia o más al borde del precipicio y si se caen,
que le vamos a hacer, daños colaterales de un virus
Y seguimos con los absurdos o más bien el lado negro de la situación, el
cual es adorado por algunos. Entre nuevas cepas que salen cada día, están los
anunciadores y cazadores de malas noticias que comparten con deleite la noticia
más desalentadora, la más trágica. Si son noticias anunciando el fin del mundo
y la nula perspectiva de deslumbrar la luz al final de este terrible túnel,
estos pesimistas disfrutan aún más. Pero no les hace falta usar internet, te
los puedes encontrar en la cola del super comentando con cara de circunstancia,
pero con alegría contenida la cifra de muertos. No porque se alegren de la
muerte de esa pobre gente, sino porque al igual que vampiros en busca de
sangre, ellos buscan las noticias más terribles, las que pueden hundirte el
día, las más catastróficas y las más desesperantes.
No sé si ese virus ha sido fabricado o no y para decir verdad a esas
alturas casi me da igual. Pero lo que sí me apena, es ver que el mundo, a veces
parece haberse vuelto loco.
Entre apariencias, mentiras, bulos y fake news , absurdos y decadencia
Entre desesperación y desesperanza
Entre rapidez, instantaneidad y efimeridad
Entre negacionistas, oportunistas y falsos profetas
En medio del ruido, del ajetreo y del bullicio
Andamos como pollos sin cabezas y escasos de sentido común
Infravalorando y despreciando todo lo que nos puede salvar
Nadando en medio de esta pandemia a rato como peces en el agua y en otras
ocasiones intentando no ahogarnos
Todo va muy deprisa, demasiado deprisa. Y entonces tienes ganas de gritar
que alguien pare este loco mundo y que todos volvamos nuestro ser hacía la
esperanza, lo esencial, lo auténtico, el sentido común y la verdad.
Que nos portemos como hermanos, preocupándonos del prójimo, del más
vulnerable y débil.
Que lo que de verdad nos importe sea el amor, la compasión, el respeto y la
ternura
Que se instaure en nuestro mundo la quietud, la calma y la escucha.
Porque entonces, tal vez encontremos la cura para este virus
Y está mucho más cerca de lo que creemos
Está dentro de nuestros corazones
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