Inocentes


 

La intención de una broma es reírse del destinatario, pero sin llegar a causarle daño alguno. Las bromas pueden ser ingeniosas y te hacen reír cuando son divertidas y sobre todo no dañan. Suelen basarse en el engaño aprovechándose de la ingenuidad del otro

Hoy es 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes y no creo equivocarme afirmando que nadie de nosotros tiene ganas de bromas porque todos hemos sido víctimas de la “broma” más cruel de estos últimos tiempos.

Vino disfrazado de una “simple gripe”, un poco más virulenta que otros años nos dijeron, “nada que temer” afirmaron muchos y aunque otros decían lo contrario y fuimos tan ingenuos por creernos la primera versión

Este virus nos engaño y nos jugó la broma más cruel y despiadada. Creo que no ha podido evitar reírse de nosotros y si pudiera nos llamaría tontos a la cara

Tontos por creernos más listos, tontos por creernos invencibles, tontos por ser tan indisciplinados en demasiadas ocasiones, tontos por subestimar este despiadado e invisible enemigo que nos hizo creer que, por no verlo, el no existía. Tontos por creernos superiores y más listos

Pero esta broma no ha tenido gracias ninguna, no ha sido ni inofensiva ni divertida. Nos ha herido profundamente, ha derribado nuestro ego desmedido hundiendo nuestra invencibilidad.

Este año demasiadas personas se han marchados. Este virus se ha cebado con los más frágiles, nuestros ancianos, ellos son los verdaderos Santos Inocentes. Va estas palabras como homenaje a las verdaderas víctimas de esta cruel broma

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