Natalie


Si hay algo que me da ternura es que los niños duerman acompañados de sus amigos de tela que custodian sus dulces sueños.
Los míos fueron custodiados por mi muñeca, Natalie, que aún conservo.
La historia de Natalie es toda una aventura, aventura de muñeca, pero aventura después de todo …
Yo no fui la primera “mama adoptiva” de Natalie, porque solo con mirarla, fácilmente, se acierta que Natalie es bastante mayor, mucho más que yo. Para los buenos en mate, les diré que esa muñeca lleva en mi vida desde que tenía 2 años y medio, es decir que nos hicimos amigas allá por el 72 o 73. Mi tía trabajaba en casa de una señora mayor, la cual tenía un viejo baúl. Un día, por lo me han contado descubrí dentro de el a Natalie. A pesar de ser una vieja muñeca mitad trapo (su tronco lo es) y mitad plástico amarillento, con pelos inexplicablemente cortados, seguramente por algún niño con dotes para peluquería. El caso era que me daba mucha pena que Natalie se pasara las horas y las horas abandonada en ese viejo baúl así que la señora mayor decidió dármela al ver el cariño que le había cogido
Natalie era todo menos bonita. Pero para mí, era la muñeca más preciosa. Creo que ha sido una de las muñecas que más kilómetros puede haber recorrido. Durante unos 7 o 8 años viajó a todos los sitios conmigo. Si yo venía de vacaciones a España, ella también. Natalie nunca fue una muñeca preciosa y mis padres, intentaron varias veces regalarme muñecas más bonitas y más modernas, pero nunca las quise. Mi muñeca me parecía única, diferente a todas las demás, y es eso, precisamente es lo que hacía que la quisiese tanto. Natalie era genuinamente distinta, con sus increíbles ojos azules, su mini nariz y sus pelos extrañamente cortados.
Natalie no tenía muchos vestidos, mejor dicho no tenía ninguno, sólo tenía un traje, ese azul que mi madre tejió y mi abuela hizo los patucos. También se le tejió un gorro a juego, cuestión de disimular esos malos pelos. Además, el traje hacía juego con el azul de sus ojos.
Quise a Natalie en cuanto la vi, creo que el hecho de verla tan sola en ese viejo baúl hizo que me encariñara aun mucho mas de ella. Durante muchos años fue ella la que me acompañó en mis sueños. A Natalie le inventé una vida y sus andanzas se convertían en realidad en mi mente infantil. Admito que siempre tuve una imaginación desbordante. Natalie tuvo cientos de historias vividas, historias de mi infancia…
La imagen puede contener: una persona
Me gusta
Comentar
Compartir

Comentarios