Voy
a contar una historia de mi infancia. Va de mi abuela y de un día que decidí acompañarla
a misa. Tendría unos 5 o 6 años y recuerdo que ella me explicó que el Señor
estaba presente en la Eucaristía. Tomé sus palabras al pie de la letra y le
pregunté que donde se encontraba porque yo no lo veía. Entonces me explicó que
un momento dado, el cura elevaría la Hostia Sagrada y me explicó que era como una galleta blanca que sabía a pan y que el Señor estaba ahí
Recuerdo
que en ese momento no se me pasó por la cabeza dudar de las palabras de mi abuela. Aunque se me escapaba aún muchos conceptos relacionados con la Fe y la
Eucaristía, desde ese momento, me pareció prodigioso que Dios pudiera estar
presente ahí.
Lo
que no sabía mi abuela es que sus palabras había sido interpretadas literalmente y tampoco imaginaba lo que yo soltaría llegando a casa. Lo que recuerdo es
la cara de mi madre cuando me oyó decir con una cara extrema de felicidad (en
plan “me han revelado algo fantástico") que Dios estaba en una galleta!!!
Si
la cara de mi madre fue un poema, la de mi abuela fue de película y exclamó en
catalán (era catalana): “¡Ay aquesta nena té una imaginació que no és normal!”
Casi
fui acusada de herejía por mi abuela, recuerdo que mi madre intentó arreglar el
lío en mi cabeza y tan bien que mal algo consiguió, aunque durante un tiempo me
pareció extraordinario que Dios pudiera estar en tantos sitios bajo la apariencia
de galleta.
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