Había
una vez un pequeño pájaro .Este era un precioso colibrí que se pasaba el día visitando
las flores alimentándose de su néctar.
Y así
transcurría su vida, de flor en flor. Un día fue a buscar comida a un prado que
estaba un poco lejos de su casa y para su sorpresa al llegar al prado, vio una
preciosa rosa. Se acercó:
-
¿Hola, nunca te había visto aquí ¿Quién eres?
Y la
florecita contestó: - Soy un rosa. ¿Quién eres tú?
- Soy
un colibrí
Y así el
colibrí y la rosa siguieron conversando todo el día. Se cayeron bien desde el primer
instante y las horas y las horas pasaron conversando, sobre todo. Al colibrí le
gustaba tanto la compañía de la rosa y a la rosa le encantaba escuchar y estar
con el colibrí. Poco a poco, se convirtieron en buenos amigos
Todos
los días el colibrí visitaba la rosa y la rosa esperaba ansiosa las visitas de su
nuevo amigo.
Cuando
iba anochecer el colibrí regresaba a su casa, no sin antes prometer a la rosa
que volvería al día siguiente. Un día mientras iba caminando a su casa, el colibrí
descubrió que admiraba a su nueva amiga, y se dijo:
"Mañana
le diré que me encanta su forma de ser"
Y la
rosa al quedarse sola se dijo: "Me gusta la amistad del colibrí, mañana
cuando venga se lo diré"
Pero
al día siguiente, el colibrí se dio cuenta de que su nido necesitaba unos
arreglos. Así que decidió quedarse a trabajar y se dijo: "Mañana iré con la
rosa, hoy no puedo, estoy demasiado ocupado, mañana le diré, además, que la
extraño".
Al día
siguiente amaneció un día muy lluvioso, con mucho viento y el colibrí no pudo
salir muy lejos de su casa y se dijo:
- Que
mala suerte, hoy tampoco veré a la rosa. Bueno no importa, mañana le diré todo
lo especial que es para mí".
Y al
tercer día el colibrí se despertó muy temprano, emocionado y con mucha ilusión
por estar con su amiga y decirle cuanto la había echado de menos, pero al
llegar encontró la rosa en el suelo, ya sin vida. La lluvia y el viento habían
destrozado su tallo. Entonces el colibrí muy apenado, pensó cuanto tiempo había
desperdiciado, su amiga se había marchado sin saber cuánto él la quería.
Y así
fue como ambos nunca supieron lo importantes que eran el uno para el otro
No
esperes el mañana para soñar y por ningún motivo dejes de decirle a una persona
que la amas o la aprecias.
Este
es un claro ejemplo para que podamos dedicar más tiempo con las personas que
nos gusta compartir una amistad o un vínculo afectivo y estar junto a la
persona que nos gratifica grandemente...
No dejes
para mañana lo que puedas compartir y que llene de alegría tu vida .Recuérdalo.
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